G6 – ¿Por qué son salados los océanos? – 02

Acaso, “¿vales lo que pesas en sal?” Quizás te han dicho alguna vez que eres “la sal de la Tierra”. No te sientas insultado. En realidad, ambos pueden ser comentarios positivos acerca de tu persona. Los dos términos son resultado de la importancia de la sal a lo largo de la historia.

Somos muy afortunados de vivir en el planeta Tierra. Es el único planeta en el sistema solar donde existe agua en los tres estados de la materia. De hecho, más de dos tercios de la superficie de la Tierra está cubierta por agua. Incluso con toda esa agua, hay algunas personas que no tienen suficiente agua para beber. ¿Sabes por qué?

La mayor parte del agua de la Tierra está en forma de agua salada. Así que toda esa agua que hay en el océano es agua que los humanos no pueden beber. Los océanos de la Tierra están llenos de agua salada. Los humanos requieren agua dulce para sobrevivir. Sólo el tres por ciento del agua de la Tierra es dulce. El agua dulce es agua que contiene poca o ninguna sal disuelta. De esa agua dulce, la mayor parte está atrapada en los casquetes de hielo de la Tierra en Groenlandia y la Antártida. Menos del 1% del agua de la Tierra está disponible en una forma que podamos usar.


Todo gira en torno al ciclo del agua de la Tierra. Si no fuera por él, no tendríamos ni la sal que valoramos, ni el agua dulce que necesitamos para sobrevivir. ¿Por qué crees que la mayor parte del agua de la Tierra es agua salada?

La respuesta es simple. La sal en el océano proviene de las rocas que hay en la tierra. Cuando llueve, las gotas de lluvia recogen pequeñas cantidades de gas de dióxido de carbono a medida que caen. La adición de dióxido de carbono al agua hace que la precipitación sea ligeramente ácida. Es posible que hayas oído hablar del ácido carbónico. Es el mismo tipo de ácido que hay en el refresco. Aunque el ácido en la lluvia no es tan fuerte como el de los refrescos, si pasa suficiente tiempo puede disolver las rocas.


Con cada lluvia, la roca se va degradando lentamente, o quebrando, debido al agua ligeramente ácida. Las sales contenidas en las rocas se erosionan, o son arrastradas como escorrentía. Esta sal luego se dirige a los océanos a través de arroyos y ríos. Con el tiempo, la concentración de estas sales se acumula.