Un día de niebla_01

—¡Guau, guau!

Mi perro, Lucky, está ladrando. “¿Estoy aún soñando?” Me pregunto mientras me froto los ojos y me siento en la cama. “De acuerdo chico, dame un minuto,” pienso.

El sol apenas se está asomando cuando abro la puerta trasera para que Lucky pueda salir. Él siempre ladra y se queja cuando necesita salir. Anda alrededor del patio olfateando debajo de los arbustos y en los agujeros hechos por el armadillo que visita nuestro patio por la noche. No tarda mucho cuando ya está de vuelta en la puerta listo para entrar.

 

—Espera, muchacho, tus patas están todas mojadas. Déjame secártelas.

Agarro una toalla y comienzo a limpiar sus patas y piernas. El pasto no estaba húmedo ayer y no llovió anoche.

—Me pregunto qué hizo que el pasto estuviera tan húmedo —le pregunté a Lucky mientras terminaba de secarle las patas—.

Vamos a prepararte algo de desayunar, muchacho. Mi hermana mayor Sandy, entra a la cocina todavía en pijamas. Bosteza y pregunta: —¿A qué se deben todos esos ladridos? —Luego pisa la toalla húmeda de Lucky—.

¿Y qué hace esta toalla mojada en el piso? —refunfuña.

—Ah, tuve que limpiar las patas de Lucky. ¡El pasto y los arbustos estaban bastante mojados! ¿Qué causa esto?


—Es el rocío —dijo Sandy—. El rocío usualmente se forma durante la noche cuando el aire cálido y húmedo entra en contacto con objetos fríos.

Además del pasto, puedes ver rocío en cosas como ventanas, autos e incluso en las telarañas.