G3_Plantas antiguas_700L-800L_01

Rosa miró por la ventanilla del avión. Le gustaba volar. Era muy emocionante despegar en un avión tan grande. Observó por la ventana y vio el suelo pasar debajo de las alas del avión mientras este subía cada vez más y más alto. La superficie estaba cubierta primero de árboles frondosos y gradualmente se fue transformando en campos de cultivo que tenían formas de figuras geométricas. Los lagos azules se fueron haciendo cada vez más pequeños a medida que aumentaba la altitud del avión. Rosa volaba para visitar a su abuela. Su familia vivía en Florida y su abuela vivía en Diamondville, Wyoming.

El pequeño pueblo en Wyoming no se parecía en nada a su hogar en Orlando. Diamondville tenía una población de alrededor de mil personas. ¡Orlando es el hogar de más de doscientas cincuenta mil personas! La familia de Rosa había vivido en Diamondville durante varias generaciones. Su abuela vivía allí y su bisabuela había vivido ahí también. Rosa también habría vivido allí si sus padres no hubieran decidido mudarse a Orlando.

Este verano era especial. Su familia había decidido que tenía edad suficiente para ir de excursión al desierto de Wyoming.

Wyoming estaba plagado de fósiles. A Rosa nunca le habían dado permiso para ir de excursión a las colinas en el desierto, conocidas como buttes, pero este año era diferente. Este año, Rosa tenía la edad suficiente para ir. ¡No podía esperar!

Finalmente, el avión en el que viajaba Rosa aterrizó en el aeropuerto. Su abuela la estaba esperando en la terminal, lista para darle un fuerte abrazo en el mismo instante en el que pusiera un pie fuera del avión. La abuela de Rosa era pequeña. La parte superior de su cabeza le llegaba a Rosa justo debajo de la barbilla. A pesar de su edad, su cabello aún era largo y negro. Su rostro lleno de arrugas se iluminó con una sonrisa y sus ojos cafés brillaron de alegría al ver a Rosa.

—¡Mira qué alta estás! ¡Vayamos por tus maletas y regresemos a casa para que puedas desempacar! —La abuela de Rosa se colgó la mochila de su nieta sobre el hombro—. Nos vamos a cambiar y enseguida nos vamos al desierto. ¡Tengo algo emocionante que mostrarte!

“—¿Te refieres a los fósiles? —Rosa pregunto emocionada. Su abuela sonrió y asintió. Rosa la aturdió con preguntas en el camino de regreso a casa. Su abuela se negó a responder a ninguna de ellas. —Te lo dije, es una sorpresa.